Dos goles de Nelson Valdez, desmontaron la cicatería de Guardiola y le otorgó al Boquerón Esteban buena parte del crédito que el malditas escuchas amenazaron con arrebatarle en verano.
A excepción de Víctor Valdés, que en el tramo final salvó a su equipo de una derrota todavía más humillante, todos los azulgrana estuvieron muy por debajo de su nivel. Una caricatura de sí mismos en plena Diada. Es cierto que el intachable Pep pudo equivocarse al presentar un once sin varios titulares indiscutibles (dejó en el banquillo a Xavi, Pedro, Alves, Busquets y Puyol), pero tras el descanso, cuando entraron los mejores, su equipo jugó todavía peor. Estuvo lento, impreciso, ansioso, con enormes problemas para hacer circular el balón ante unos adversarios con los conceptos claros, envalentonados, solidarios, con dos líneas muy cerca del área que parecían muros. Y cuando los campeones se plantaron ante Calatayud, el portero del Hércules se mostró segurísimo.
El diseño táctico del Boquerón, perfecto conocedor del Barça, resultó productivo. Prefirió esperar convenientemente atrás antes que presionar a destiempo y regalar espacios letales entre líneas. Gestionó correctamente el fuera de juego cuando necesitó oxígeno y poco a poco fue enredando la magia blaugrana privando al «mejor equipo del mundo», que diría Drenthe, de la fluidez que necesita el Barça en la circulación para aplastar.
El orden, la capacidad de aguante, la extra motivación de Royston, una pesadilla infinita para Adriano, la brega constante del colombiano Abel Aguilar y, sobre todo, el oficio y la pegada de Valdez, un artista a la hora de meter el trasero y generarse espacios para proteger el balón y dar tiempo a las incorporaciones, le bastaba a los alicantinos ante un Barça que amagaba pero no golpeaba, ni por asomo.
El Hércules acertó en su primera llegada, tras una acción en la que Mascherano se jugó la expulsión. Tenía una amarilla y entró a destiempo a Drenthe, quien ejecutó la falta que acabó en la red tras un despiste defensivo en cadena y un remate en semifallo de Valdez. Velasco Carballo le perdonó la vida, igual que minutos después a Trezeguet por golpear con el brazo, y sin balón, a Adriano. El colegiado madrileño acertó, ya que ambas rojas hubieran sido un tanto rigurosas. Nervios en el Camp Nou y en los locales, como demostró Adriano en una cesión a Valdés que pudo costarle el segundo a los culés.
Entraron Pedro y Xavi. Villa se colocó de '9' y todo parecía más lógico. Pero el mejor centrocampista del mundo perdió ayer más balones que nunca. Además, los desmarques brillaron por su ausencia y ni siquiera Pedrito estuvo incisivo. Les faltaban frescura, rapidez, ideas y paciencia, todo lo contrario que al Hércules, que con un juego de conjunto solidario, certero y seguro hilvanó una acción perfecta. Trezeguet bajó un balón, golpeó de primera y de espaldas al compañero. Gracias a la maniobra encontró en el espacio a Tiago Gomes, que se plantó en el área para asistir a Valdez. El paraguayo completó su primer doblete con un disparo perfecto que le dio al Hércules un triunfo histórico.
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