Un baño en toda regla, una derrota inapelable. El Hércules salió humillado del Coliseum Alfonso Pérez Muñoz por un Getafe que mostró mejores armas, más altura y un sinfín de argumentos claros y prácticos que le proporcionaron un victoria clarísima, de las que no admiten discusión. Con una velocidad por debajo, con muchísima menos intensidad y sin saber nunca lo que debía o podía hacer, al cuadro alicantino no le quedó otra que agachar la cabeza frente a un rival con hechuras para convivir en otro cesto.
Dubitativo, tembloroso y destemplado frente a un enemigo que le saca una cabeza, el conjunto de Esteban Vigo solo estuvo en el terreno de juego para encajar golpes, hasta caer noqueado con un contundente 3-0. Y la derrota no fue mayor porque la madera y Calatayud pusieron de su parte.
El Hércules caminó sin guión, engullido por un centro del campo que eligió a Boateng como propietario, martirizado por la rapidez de ideas de Parejo, inquietado por Victor y desbordado por la verticalidad de Pedro Ríos y Manu del Moral. Todo ese saldo que aporta el Getafe encontró enfrente a una defensa dubitativa, desconocida hasta ahora. Abofeteado a las primeras de cambio con un peligroso lanzamiento de Manu y un disparo a la cruceta de Parejo, el equipo alicantino tardó en templar los nervios. Amagó tímidamente con una ocasión malograda por Kiko y una incursión con "bicicleta" de Drenthe, pero pronto quedó plasmado que circula con una marcha menos que el "Eurogeta".
Esteban Vigo dio continuidad al plan que le fue bien ante el Sevilla, a pesar de que para ello había que dejar en el banquillo a Nelson Haedo Valdez. Kiko Femenía se ocupó de la banda y Tiago Gomes actuó como segundo punta por detrás de Trezeguet. El resultado, ni de lejos, se asemejó a lo sucedido en el choque contra los sevillistas. Más bien al contrario. Trezeguet fue una isla; Tiago, Abel y Fritzler no actuaron de pantalla frente a las acometidas rivales y la zaga mostró fisuras hasta ahora desconocidas.
El primer arañazo en el rostro herculano apareció a los veinte minutos, con un centro al corazón del área de Pedro Ríos que Parejo remató plácidamente a la red llegando desde atrás (1-0).
Poco después, Colunga pudo dejar la cosa ya totalmente despejada si hubiera aprovechado un error de Pamarot en el área herculana.
Casi mecánicamente, el equipo madrileño iba llegando a los dominios de Calatayud a base de precisión y velocidad. Sabiéndose mejor que su adversario, el Getafe ponía contra las cuerdas a un Hércules incapaz de sobrepasar la línea de tres cuartos.
El segundo gol mostró de forma aumentada las vergüenzas del Hércules de ayer. Pasivo y mal ubicado, Pamarot solo pudo observar con impotencia cómo se colaba Manu del Moral entre líneas para ejecutar a Calatayud aprovechando una cesión medida de Parejo. (2-0, m.42).
El Getafe solo precisaba de cuatro toques saliendo desde atrás para poner nervioso a Calatayud mientras que el Hércules no encontraba camino alguno para llegar. Ante ello, se esperaba que en la reanudación Esteban Vigo moviera el banquillo dando entrada, en primer lugar, a Valdez. Pero el técnico del Hércules debió ser de los pocos que preferían esperar para mover ficha. De hecho, hubo que aguardar hasta el minuto 57 del encuentro para ver al paraguayo en el campo como apuesta fresca para intentar cambiar lo que, sin duda alguna, necesitaba un cambio.
Estático y continuamente superado, un Hércules desconocido adoptó el papel de cordero, incapaz de dañar a un rival que colocó a su portero la etiqueta de espectador.
Otra etiqueta distinta cabe colocar a Parejo, un futbolista nacido en la cantera del Real Madrid que ayer dio un recital de fútbol, colocación, verticalidad y buen gusto. El madrileño pidió para sí la batuta para completar una exquisita actuación. También es cierto que no caminó solo. Boateng le cubrió la espalda, Pedro Ríos y Manu le arroparon por las alas y Colunga, ese jugador que se mantuvo durante mucho tiempo en la cartera herculana el pasado verano, le abrió paso por delante. Por el contrario, el Hércules no dio nunca señales de vida.
Tras la salida de Valdez, Vigo apostó por dar entrada a Tote, que ha perdido ritmo desde que fue relegado a la suplencia en la segunda jornada de Liga. El madrileño lo intentó en alguna acción aislada, pero el partido de ayer no admitía más lecturas que las de Parejo y compañía. Cuando se quiso poner el despertador, el equipo herculano ya lo tenía todo perdido.
El marcador pudo registrar más movimiento a favor del Getafe. Perdido de vista el centro del campo, únicamente una buena combinación entre Valdez y Trezeguet alteró el temple de la defensa getafense. Poca cosa para variar el guión de una historia que quedó marcada desde bien pronto.
Calatayud tuvo que volar en el minuto 73 para desviar un balón lanzado por Parejo que entraba junto al poste. Lo que ya no pudo evitar el portero malagueño fue el contragolpe que cogió desnuda a la retaguardia herculana, circunstancia que le obligó a salir a la desesperada en clara desventaja con el rápido Miku, que le sorteó y marcó a puerta vacía (3-0, m.81). Por si no bastara, Albín, recién salido al terreno de juego, envió otro balón a la madera. Para colmo, Abel Aguilar vio la roja directa en una acción innecesaria y, quizá, excesivamente castigada. Fue el acento definitivo a una tarde aciaga.
Arrítmico y plomizo, el equipo alicantino quedó hecho cenizas. Nada donde agarrarse, nada donde justificarse, ni siquiera fogueo. Nada de nada.
Rivales del calado del Getafe y partidos como el de ayer subrayan que en esta Primera División no hay margen para sestear, no hay margen para las dudas. Bajar la guardia resulta letal. Y ayer se bajó. El resultado fue elocuente. El Hércules acabó aplastado en el Coliseum.
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