Racing y Hércules empataron sin goles en el último partido liguero de 2010. Un duelo aburrido y muy igualado en el que las ocasiones no abundaron. Aún así ambos equipos gozaron de oportunidades. La más clara, un tiro al palo de Portillo.
Los cántabros desaprovecharon una buena ocasión para estabilizar un poco más su situación en la Liga. Recibieron a un Hércules muy mermado y lo dejaron escapar con vida de El Sardinero. De hecho, viendo cómo transcurrió el partido, dieron el empate por bueno.
El partido, aunque bastante trabado, dejó alguna ocasión en cada portería. En la primera parte fue el equipo de Portugal el que dispuso de la oportunidad más clara para romper el empate. Colsa conectó un remate dentro del área, pero no lo suficientemente bueno para sorprender a Calatayud.
En la segunda mitad se cambiaron las tornas y, curiosamente, fue el Hércules el que perdonó el gol. Primero Colsa sacó desde el suelo un remate de Frtizler que iba a gol y luego el larguero repelió un cañonazo de Portillo de falta.
Nada más. Mucho patadón y mucha imprecisión. Si alguno de los dos equipos tiene excusa, ese es el Hércules, por aquello de las bajas. No obstante, mirando las cosas con perspectiva, lo cierto es que tanto los alicantinos como los cántabros tendran las fiestas en paz. Los dos acaban el año en zona tranquila. La primera parte del trabajo está hecha.
21 de diciembre de 2010
12 de diciembre de 2010
Hércules 4-1 Málaga (2010/2011)
El Hércules despidió el año 2010 en el estadio Rico Pérez con una goleada ante el Málaga, cimentada en una gran segunda mitad en la que el conjunto alicantino remontó el tanto de ventaja con el que llegó el conjunto andaluz al descanso.
El Málaga enseñó sus armas desde el pitido inicial y fue el primero en crear peligro sobre la portería rival en lo que, posteriormente, se convertiría en un intercambio de golpes entre dos equipos que buscaron la portería rival sin tapujos.
La intensidad con la que arrancó el choque se acabó reflejando en el marcador a los once minutos, después de que Seba Fernández aprovechara un rechace del meta Calatayud a disparo de Duda para marcar el primer tanto del choque.
Con ventaja en el marcador, el equipo de Manuel Pellegrini dio la sensación de sentirse cómodo y tuvo varias opciones para ampliar su ventaja en el primer periodo, la mayoría en jugadas a balón parado. Pero el Hércules también disfrutó de varias ocasiones para nivelar el choque, entre ellas un cabezazo al palo del paraguayo Nelson Valdez (m.34), quien también protagonizó otras dos llegadas con peligro para el conjunto alicantino, en el que David Trezeguet también probó fortuna sin suerte.
En el arranque de la segunda mitad, el Hércules acrecentó su dominio ante un Málaga que no mantuvo el nivel de los primeros 45 minutos. Y el conjunto alicantino tuvo fruto a su insistencia y, en apenas seis minutos, entre el 65 y el 71, no sólo le dio la vuelta al marcador sino que lo dejó casi visto para sentencia.
Primero, Trezeguet, de tacón, marcó el empate -el francés lleva ocho goles, todos en el estadio Rico Pérez. Nada más sacarse de centro, Tote y Peña se inventaban una jugada que acababa con el segundo en el suelo dentro del área. El penalti lo anotó Drenthe.
Y, casi sin tiempo para la celebración, Abraham Paz remachaba a la red un balón suelto tras una jugada a balón parado. El Málaga no mostró poder de reacción y, por el contrario, el Hércules siguió buscando la portería rival y Kiko, tras jugada personal, marcaba el cuarto tanto alicantino, el primero del canterano de 19 años en Primera División.
El Málaga enseñó sus armas desde el pitido inicial y fue el primero en crear peligro sobre la portería rival en lo que, posteriormente, se convertiría en un intercambio de golpes entre dos equipos que buscaron la portería rival sin tapujos.
La intensidad con la que arrancó el choque se acabó reflejando en el marcador a los once minutos, después de que Seba Fernández aprovechara un rechace del meta Calatayud a disparo de Duda para marcar el primer tanto del choque.
Con ventaja en el marcador, el equipo de Manuel Pellegrini dio la sensación de sentirse cómodo y tuvo varias opciones para ampliar su ventaja en el primer periodo, la mayoría en jugadas a balón parado. Pero el Hércules también disfrutó de varias ocasiones para nivelar el choque, entre ellas un cabezazo al palo del paraguayo Nelson Valdez (m.34), quien también protagonizó otras dos llegadas con peligro para el conjunto alicantino, en el que David Trezeguet también probó fortuna sin suerte.
En el arranque de la segunda mitad, el Hércules acrecentó su dominio ante un Málaga que no mantuvo el nivel de los primeros 45 minutos. Y el conjunto alicantino tuvo fruto a su insistencia y, en apenas seis minutos, entre el 65 y el 71, no sólo le dio la vuelta al marcador sino que lo dejó casi visto para sentencia.
Primero, Trezeguet, de tacón, marcó el empate -el francés lleva ocho goles, todos en el estadio Rico Pérez. Nada más sacarse de centro, Tote y Peña se inventaban una jugada que acababa con el segundo en el suelo dentro del área. El penalti lo anotó Drenthe.
Y, casi sin tiempo para la celebración, Abraham Paz remachaba a la red un balón suelto tras una jugada a balón parado. El Málaga no mostró poder de reacción y, por el contrario, el Hércules siguió buscando la portería rival y Kiko, tras jugada personal, marcaba el cuarto tanto alicantino, el primero del canterano de 19 años en Primera División.
7 de diciembre de 2010
Deportivo 1-0 Hércules (2010/2011)
Una jugada de estrategia fue suficiente para endosar una nueva derrota al Hércules en A Coruña. No necesitó más el Deportivo, un equipo de perfil bajo que encontró alivio ante la nula fuerza ofensiva de un oponente sin chispa, dócil e inocente. El Hércules únicamente mostró colocación en Riazor. Poca cosa para ambicionar premio frente a un Depor que, ni de lejos, se acerca al de otras épocas.
Así que sin hacer nada, o prácticamente nada, el equipo gallego se llevó el gato al agua. Fue más una invitación a la victoria que una derrota merecida. De hecho, Calatayud apenas tuvo que intervenir en una ocasión antes de encajar el gol. Pero el cuadro fue más sugerente para Aranzubia, dado que el portero del conjunto gallego apenas entró en contacto con el balón. Únicamente en los minutos finales, con la entrada de Portillo y con el Hércules a la desesperada, el conjunto de Esteban Vigo mostró tímidamente los dientes. Hasta entonces solo se vio control, ninguna pegada.
La primera parte deparó poca cosa. Solo disposición táctica para defender. De medio campo hacia arriba, nada de nada. Ambos equipos se mantuvieron en pie sin luz en la linterna, ahogando en impotencia ofensiva todo avance hasta dejar a Calatayud y a Aranzubia como meros espectadores. El derroche físico de Valdez y algún destello de Tote buscando agujeros desde la derecha despertaron en contados instantes la atención.
Sin ideas en el centro del campo, el Hércules encontró en el Deportivo a un hermano gemelo. Ambas escuadras mostraron carencias atacantes y firmeza defensiva, argumentos que por necesidad marcan la pauta de un encuentro sin mordiente. Así, a ritmo de diesel, la pelea quedó marcada por el equilibrio y por la incapacidad de hacer daño. Drenthe no apareció por la izquierda y Trezeguet solo vio el balón desde lejos. Entretanto, Valdez se dedicó a hacer kilómetros para tapar agujeros e intentar algo nuevo. Demasiadas cosas para el paraguayo, que encontró en Drenthe a la otra cara de la moneda. El holandés, muy estático, corrió poco y se ofreció menos. Sin recorrido y sin esa fuerza que le caracteriza, el jugador cedido por el Real Madrid no fue ni la sombra de lo que acostumbra.
La insulsa historia encontró el acento que cambió el guión en una jugada de estrategia. Antes, únicamente se había registrado un disparo de Adrián que desvió con acierto Calatayud. El portero malagueño poco pudo hacer seguidamente en una acción ensayada, que partió con un balón colgado al área por Saúl que Colotto desvió al punto de penalti para que el tunecino Lassad rematara a placer. (1-0, m. 73).
El Hércules quedaba herido con media acción de peligro. Pero lo grave no pasaba por ahí sino por la escasa pegada exhibida, que ya daba a entender su incapacidad de resolver el problema en que se había metido.
Esteban intentó variar la película colocando en el campo a Kiko Femenía y Tiago Gomes. Se ganó algo de nervio, pero la sensación de peligro sobre el área local solo apareció en los compases finales. Así, Javier Portillo, que se metió en el campo en el minuto 80, tuvo un par de ocasiones para engatillar. En la primera, nada más pisar el césped, encontró un balón en la frontal con posibilidad de enviarlo a la red, pero el disparo salió flojo y raso. En la segunda, en la última acción del partido, envió alto una cesión de Tote al corazón del área.
Con todo, el brío que mostró el Hércules en esa recta final no se vio nunca con anterioridad. Solo al verse perdido reaccionó el conjunto herculano, que en ese momento debió darse cuenta de todas las carencias de un rival que vio peligrar su victoria a poco que se vio apretado.
Y es que el conjunto de La Coruña no se asemeja, ni de lejos, a ese equipo que adquirió el sobrenombre de Superdepor hace algunos años. Consciente de sus limitaciones, Lotina ha diseñado un bloque defensivo, bien arropado en la línea de atrás para ir creciendo hasta fiar su puntería a jugadas de pizarra. Con esas armas frenó al Hércules, que sigue sin la creatividad necesaria para hacer daño cuando actúa de visitante.
La pareja de mediocentros formada por Fritzler y Abel Aguilar no acabó cuajando, lo que aumentó la impotencia de Valdez, incansable y en continuo movimiento, pero sin el flujo necesario para hacer daño.
Mal lo tiene el Hércules con esa forma de actuar lejos del Rico Pérez. Su pasividad ofensiva le condena a aspirar a poca cosa, mientras que las carencias defensivas le conducen a la derrota.
Nada habría que objetar si un rival le supera por calidad; lo penoso es perder frente a oponentes que no llegan a su talla, pero que encuentran facilidades para beneficiarse y pocos argumentos para ser vencidos.
Para lo de ayer, además, tiene cabida la excusa del largo y penoso viaje realizado, pese a disponer de tiempo de maniobra para evitarlo. Faltan muchas cosas en este Hércules. En primer lugar, alguien que se decida a gobernarlo con coherencia.
Así que sin hacer nada, o prácticamente nada, el equipo gallego se llevó el gato al agua. Fue más una invitación a la victoria que una derrota merecida. De hecho, Calatayud apenas tuvo que intervenir en una ocasión antes de encajar el gol. Pero el cuadro fue más sugerente para Aranzubia, dado que el portero del conjunto gallego apenas entró en contacto con el balón. Únicamente en los minutos finales, con la entrada de Portillo y con el Hércules a la desesperada, el conjunto de Esteban Vigo mostró tímidamente los dientes. Hasta entonces solo se vio control, ninguna pegada.
La primera parte deparó poca cosa. Solo disposición táctica para defender. De medio campo hacia arriba, nada de nada. Ambos equipos se mantuvieron en pie sin luz en la linterna, ahogando en impotencia ofensiva todo avance hasta dejar a Calatayud y a Aranzubia como meros espectadores. El derroche físico de Valdez y algún destello de Tote buscando agujeros desde la derecha despertaron en contados instantes la atención.
Sin ideas en el centro del campo, el Hércules encontró en el Deportivo a un hermano gemelo. Ambas escuadras mostraron carencias atacantes y firmeza defensiva, argumentos que por necesidad marcan la pauta de un encuentro sin mordiente. Así, a ritmo de diesel, la pelea quedó marcada por el equilibrio y por la incapacidad de hacer daño. Drenthe no apareció por la izquierda y Trezeguet solo vio el balón desde lejos. Entretanto, Valdez se dedicó a hacer kilómetros para tapar agujeros e intentar algo nuevo. Demasiadas cosas para el paraguayo, que encontró en Drenthe a la otra cara de la moneda. El holandés, muy estático, corrió poco y se ofreció menos. Sin recorrido y sin esa fuerza que le caracteriza, el jugador cedido por el Real Madrid no fue ni la sombra de lo que acostumbra.
La insulsa historia encontró el acento que cambió el guión en una jugada de estrategia. Antes, únicamente se había registrado un disparo de Adrián que desvió con acierto Calatayud. El portero malagueño poco pudo hacer seguidamente en una acción ensayada, que partió con un balón colgado al área por Saúl que Colotto desvió al punto de penalti para que el tunecino Lassad rematara a placer. (1-0, m. 73).
El Hércules quedaba herido con media acción de peligro. Pero lo grave no pasaba por ahí sino por la escasa pegada exhibida, que ya daba a entender su incapacidad de resolver el problema en que se había metido.
Esteban intentó variar la película colocando en el campo a Kiko Femenía y Tiago Gomes. Se ganó algo de nervio, pero la sensación de peligro sobre el área local solo apareció en los compases finales. Así, Javier Portillo, que se metió en el campo en el minuto 80, tuvo un par de ocasiones para engatillar. En la primera, nada más pisar el césped, encontró un balón en la frontal con posibilidad de enviarlo a la red, pero el disparo salió flojo y raso. En la segunda, en la última acción del partido, envió alto una cesión de Tote al corazón del área.
Con todo, el brío que mostró el Hércules en esa recta final no se vio nunca con anterioridad. Solo al verse perdido reaccionó el conjunto herculano, que en ese momento debió darse cuenta de todas las carencias de un rival que vio peligrar su victoria a poco que se vio apretado.
Y es que el conjunto de La Coruña no se asemeja, ni de lejos, a ese equipo que adquirió el sobrenombre de Superdepor hace algunos años. Consciente de sus limitaciones, Lotina ha diseñado un bloque defensivo, bien arropado en la línea de atrás para ir creciendo hasta fiar su puntería a jugadas de pizarra. Con esas armas frenó al Hércules, que sigue sin la creatividad necesaria para hacer daño cuando actúa de visitante.
La pareja de mediocentros formada por Fritzler y Abel Aguilar no acabó cuajando, lo que aumentó la impotencia de Valdez, incansable y en continuo movimiento, pero sin el flujo necesario para hacer daño.
Mal lo tiene el Hércules con esa forma de actuar lejos del Rico Pérez. Su pasividad ofensiva le condena a aspirar a poca cosa, mientras que las carencias defensivas le conducen a la derrota.
Nada habría que objetar si un rival le supera por calidad; lo penoso es perder frente a oponentes que no llegan a su talla, pero que encuentran facilidades para beneficiarse y pocos argumentos para ser vencidos.
Para lo de ayer, además, tiene cabida la excusa del largo y penoso viaje realizado, pese a disponer de tiempo de maniobra para evitarlo. Faltan muchas cosas en este Hércules. En primer lugar, alguien que se decida a gobernarlo con coherencia.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)