Ya son veinte las veces que el Hércules pasa por La Catedral sin catar el sabor de la victoria. Todas en las que ha cursado visita en el marco de la Liga. Esta vez sucumbió ante el nervio, la constancia y el hambre de que hacen gala los chicos de Caparrós delante de su afición, que celebró el éxito coreando que el Athletic está en Europa. Gracias al concluyente resultado obtenido ayer, así es, figura sexto en la clasificación.
El Athletic continúa explotando a su favor el factor campo y ayer consiguió además convencer a la concurrencia. Había sacado algunos compromisos de modo un tanto apurado, pero no fue el caso ante un Hércules que concentró toda su gracia en el incansable Valdez, mientras el resto se difuminaba o caía en disputas que a nada conducen.
En la pobreza de los argumentos expuestos por los alicantinos sin duda que influye el talante mostrado por el conjunto local, que salió con las ideas muy claras, tanto que le sobró la media hora final. Vamos, que el Athletic hizo su trabajo con suficiencia, sin grandes alardes, al margen de los derivados de la inversión de sudor, aunque intercaló algún detalle que se agradece, como la gestación del segundo gol. Pero la clave, para variar, estuvo en la puesta en escena.
Hay que empezar a buscar alguna razón distinta, incluso a elaborar una teoría al margen de lo futbolístico, si el guión continúa repitiéndose porque por falta de información no puede ser. Las declaraciones llegadas de Alicante a lo largo de la semana arrojan una pista que explicaría al menos lo de anoche: el encanto de San Mamés superó sus expectativas y el Hércules quedó anonadado, tanto que el Athletic, decidido y muy concentrado, le pasó por encima en el inicio y tomó ventaja en el marcador.
Cuesta creer que por falta de aplicación o de intensidad no se replique a lo que podría considerarase como el abecé de la propuesta rojiblanca cuando actúa en su campo. El Racing, que fue el anterior equipo que pasó por Bilbao, salió también dormido y se llevó dos en diez minutos. Ayer sólo cayó uno, asímismo por la vía más previsible, un lance a balón parado, un córner, pero el Athletic puso cerco al área rival con todo su empeño para tratar de liquidar el partido.
Cerca estuvo de sentenciar al desorientado grupo de Esteban. La movilidad de Muniain y Toquero, el toque de David López y la presión del colectivo para imprimir un ritmo de lo más revolucionado, depararon una sucesión de situaciones comprometidas para Calatayud. Hasta el lateral Koikili se sumó al vendaval con dos remates desde el vértice del área. Ofensiva total.
A duras penas, a partir del minuto 20, el Hércules consiguió enfriar la caldera y vivir menos agobiado, pero su respuesta a la desventaja se limitó a un cabezazo picado de Valdez, bien resuelto por Iraizoz. Por lo demás, escasas ideas y menos pericia para apretar a un Athletic que parecía tomar aire de cara al segundo tiempo.
La impresión no iba descaminada: el Hércules, de nuevo gracias a Valdez, contó con su ocasión para meterse en el partido, pero el Athletic mostró una consistencia que aderezó además con una pegada de peso pesado.
Dos más. Primero avisó Toquero, con un remate al larguero, y luego en la mejor acción de la noche, con participación de Orbaiz, Toquero e Iraola, pudo Llorente engordar su estadística. Por si quedaban dudas del cariz que había tomado la contienda, Tiago Gomes destrozó las remotas opciones de los suyos con un inesperado y perfecto pase a Muniain, quien sólo tuvo que cambiar de ritmo, correr en perpendicular y presentarse ante el portero.
Comentar que Esteban tenía prevista una doble sustitución cuando Llorente marcó el 2-0. Se hizo, si bien ya no tuvo incidencia alguna en el devenir del juego. El Athletic dio unos pasos hacia atrás a fin de buscar más alegrías a la contra y de paso propició que el Hércules se consumiese en su impotencia. Trezeguet siguió sin olerla y Valdez, él solo, no pudo, claro. El Athletic, en bloque, fue el dueño del choque de cabo a rabo.
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