Se pudo perder si Undiano Mallenco hubiera visto una claro mano de Fritzler en el minuto 86, y se pudo ganar si el balón que se envenenó tras el disparo de Cristian hubiera tocado el larguero medio centímetro más abajo. Ni una cosa ni otra sucedió, así que el Hércules se tuvo que conformar con un mísero empate que más que darle oxígeno le aprieta el cuello.
Faltó finura e ideas en el encuentro ante el Getafe, un bloque plagado de buenos jugadores que ofreció más sombras que luces, nada que se pareciera a lo que mostró en el partido de la primera vuelta. Pero también le faltó al Hércules una pizca de suerte. De hecho, si ésta hubiera aparecido en alguna de las ocasiones claras que tuvieron Trezeguet, Portillo, Thomert y Cristian, ahora se estaría hablando de otra cosa, pese a que el encuentro no merece tener un hueco reservado en las videotecas.
Debió repirar con alivio Esteban Vigo al ver que su homólogo en el banquillo getafense decidió dejar en la suplencia a futbolistas de la talla de Boateng, Parejo y Manu del Moral. La apuesta de Míchel encontró el órdago herculano, por fin decidido a colocar como titular el dúo atacante Trezeguet-Portillo. El madrileño, pese a haber participado a cuentagotas en la Liga actual, dotó al equipo de más movilidad arriba.
Con Farinós y Tiago en el doble pivote, el Hércules encontró problemas en la banda izquierda, que llenó de dudas al equipo durante una primera parte trufada de indefinición. Con Pulhac excesivamente dubitativo en el primer acto a la hora de elegir la mejor opción -casi siempre resuelta con el apurado pase corto- y con Thomert sin encontrar el sendero adecuado para dar solvencia al juego por su sitio natural, el Hércules dejó peligrosamente una puerta abierta por el costado que el Getafe no supo abrir. Y curiosamente fue Thomert el que malogró la primera gran ocasión del partido tras una perfecta cesión de Tiago Gomes al corazón del área. que el zurdo francés envió a las nubes con todo a favor (m.9).
Más que fútbol orientado, el partido optó por el arreón como arma predilecta para fustigar al rival. Se usaba más energía buscando tapar agujeros propios que intentando taladrar al rival.
En esas, Tote llegó a ver puerta en una acción que fue invalidada por fuera de juego (m.19) y Portillo se fabricó otra que encontró el acierto de Codina para desviar un tiro raso que buscaba puerta.
Por su parte, el Getafe se arrimó con un disparo de Rafa a las nubes y dio carpetazo a la primera parte con la mejor oportunidad: Una indecisión de Pulhac propició un rápido contragolpe que culminó Colunga con un chut al poste. Respiró el Hércules, indeciso y poco sólido durante los primeros 45 minutos frente a un Getafe que anduvo por la misma pauta.
Míchel no esperó para mover el banquillo madrileño. Tras ver las penurias del Hércules por la izquierda colocó a Manu del Moral por Pedro Ríos.
Sin embargo, fue el Hércules el que avisó con más peligro tras la reanudación. Un centro medido de Thomert-de lo poco que le salió bien- llegó preciso a la cabeza de Trezeguet, que solo, sin marca y a dos metros de la línea de gol, remató flojo a las manos de Codina. El francés hizo lo que nunca hace: perdonar. Algo que se repitió minutos después con un perfecto servicio de Tote que el galo remató con el exterior junto al palo.
Vigo dio entrada a Cristian por Thomert en el minuto 56 y el Hércules ganó presencia ofensiva. Poco después de este cambio llegó otra gran ocasión que no se convirtió en gol gracias a que todos los dioses decidieron arropar a Codina. Un buen centro de Pulhac -más entonado tras el descanso- encontró el remate de Portillo que llegó desde atrás para apuntillar en carrera. Sin embargo, Codina, casi de espaldas, con la vista en cualquier lado menos en la pelota, colocando el cuerpo a la desesperada para tapar puerta mientras quedaba encomendado a la divina providencia, vio cómo la pelota golpeaba el trasero cuando toda la grada cantaba gol (m.68).
Esteban Vigo escuchó después de mucho tiempo la primera protesta pública con una sustitución. En el minuto 70, decidió sacar a Tote para dar entrada a Kiko Femenía. El hecho de que fuera el "10" el elegido en lugar de Tiago Gomes -visiblemente agotado, notoriamente apagado- no fue entendido por el respetable, que sigue apuntando - y no sin razón- al madrileño como el único capaz de inventar y crear para provocar sonrisas. El técnico, no obstante, optó por retirararle del campo tras verle perder un par de balones que propiciaron contras del rival.
El cambio dibujó un nuevo esquema. Cristian se metió por el centro y Portillo pasó al extremo izquerdo. A todo eso, Farinós se resintió de un pinchazo en su pierna derecha y salió para dar entrada a Fritzler. El argentino y el Hércules pueden dar gracias a que ni Undiano Mallenco ni su auxilar vieron lo que observó buena parte del estadio: un penalti claro por mano dentro del área tras un sutil toque de Manu del Moral (m.86).
Curiosamente, de esta clara opción para el Getafe se pasó a otra gran oportunidad para el Hércules, que a punto estuvo de dejar los puntos en casa para dar por bueno un partido con más nervio que tino.
Un disparo de Cristian en la frontal del área encontró la pierna de un defensor del Getafe, que dotó la trayectoria de un vuelo envenenado antes de marcar una caída mortífera que topó con el larguero y botó unos centímetros fuera de la línea de gol. Era el balón soñado en el minuto soñado (88), la jugada que hubiera dejado los tres puntos e inmaculada la racha del Hércules como local en los partidos ante iguales. Pero faltó esa pizca de suerte para decantar una balanza que en esta ocasión no encontró genialidades como el día que se recibió al Zaragoza.
Con sólo un punto más en su casillero, el Hércules se mete en problemas. Si no se puntúa fuera, los partidos en casa se afrontan con la obligación de ganar. Y si no se ganan el infierno acecha. Las llamas todavía no tocan el cuerpo, pero no están tan lejos. Ya va siendo hora de hacer algo más fuera. Aunque toque Villarreal.
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