Nuevo viaje, nueva derrota. No levanta cabeza el Hércules fuera del Rico Pérez. Se perdió en Mestalla, donde sólo se aguantó mirando de frente cuarenta minutos, y se reduce la distancia con la zona de descenso a la mínima expresión. No necesitó imponer el Valencia un ritmo frenético para inclinar de su lado la balanza. Pese a mostrar dudas, los valencianos desequilibraron plasmando la clara diferencia que existe entre una plantilla y otra. La resistencia herculana se derrumbó tras recibir la primera herida. Y entre medias, el desbarajuste. Un sólo imprevisto, la lesión de Peña, dio curso a un sorprendente cuadro en el que varios actores se vieron ejerciendo papeles hasta ahora extraños en su carrera.
Sobre ese escenario, curiosamente, quince segundos ayudaron a cambiar el signo del partido. Un gol mal anulado a Valdez, que arrancó en posición correcta antes de conectar un disparo seco que superó a Guaita, dio paso, en la siguiente jugada, al tanto de Aduriz. Esa acción varió el panorama: del 0-1 se pasó al 1-0, rompiendo el planteamiento que hasta ese instante estaba sujetando al Valencia en Mestalla.
Esteban optó ayer por dejar fuera del once inicial a Trezeguet. Varió la composición del equipo prescindiendo del francés, negado ante el gol fuera del Rico Pérez. Ese fue el argumento más significativo esgrimido por el técnico para que el Hércules evitara el diván, lugar que Vigo apuntaba como indicado dado el, a su entender, "problema psicológico" que impide al equipo meter la pelota entre los tres palos.
El conjunto alicantino ofreció ayer detalles distintos, pero no desequilibrantes para puntuar fuera de casa, y mucho menos ante un rival de la entidad del Valencia.
De inicio, la improvisada pareja de centrales -Juanra y Sergio Rodríguez- encontró en el juego valenciano un aliado. Las trazas del conjunto de Emery apuntaron hacia el fútbol que más gusta al Hércules a la hora de defender. Empeñados en querer entrar por el centro, los herculanos se mostraron encantados de ver embozado el juego por esa zona que tan entrenada tienen gracias a la disposición táctica ensayada para jugar ante el Barcelona. Por esa superficie, enfrente de la corona del área, el Valencia chocó con un muro, con un Hércules domesticado para roer cuantos balones buscaran el agujero.
Entretanto, avisos hubo en ambos lados. El Valencia lo dio con un disparo de Topal que repelió el palo, y el Hércules mostró los dientes con un tiro de Valdez, que salió alto, y otro de Abel Aguilar, que Guaita detuvo con problemas.
El primer gran contratiempo llegó con la lesión de Peña. El lateral salió del terreno de juego pasada la media hora al tener molestias en su tobillo. El imprevisto obligó a variar piezas hasta el punto de tener que bajar a Kiko a defender el costado huérfano (¿dónde y para qué está Pulhac?, cabe preguntarse) y sacar al campo a Tiago Gomes para "vestirlo" de interior diestro.
El primer gol valenciano llegó propiciado por un error de Sergio Rodríguez, que se adelantó mal a las circunstancias. Una buena prolongación de Soldado tras cesión de Navarro dejó a Aduriz ante Calatayud, al que batió de forma acrobática. El 1-0 a falta de tres minutos para la conclusión de la primera parte dolió. No está el Hércules para remontadas, y menos en Mestalla.
En la segunda parte, con un nuevo cambio táctico para adaptarse a las circunstancias sobre la marcha, Cortés pasó al lateral izquierdo y Kiko bajó a defender como defensa derecho (el de Sanet le dio la mano a Cortés como dándole las gracias por quitarle de encima el "marrón" nada más aparecer sobre el campo).
El Valencia comenzó a funcionar mejor y acabó "matando" a su enemigo a las primeras de cambio. Una falta en la frontal sirvió para que Tino Costa pusiera en práctica su magistral toque de balón (2-0, m. 53). Ahí acabó todo. Más que bajar los brazos, al Hércules le cayó el alma al suelo. Sólo dio muestras de levantarse en la recta final del choque, cuando prácticamente apenas restaban minutos para nivelar la contienda. Mientras tanto, al Valencia le servía lo que tenía, tanto que se dedicó a contemporizar, a mostrar algún que otro detalle de cara a la galería, sin estorbar ya demasiado. La diferencia aparecía clara, enorme.
Esteban decidió reaccionar diez minutos después de encajar el segundo gol. Reapareció Drenthe, al que comenzó a colocar por el centro (nuevo condimento extraño en el potaje). El holandés tardó en calentarse, pero al final dejó claro que su presencia es necesaria hasta junio. Suya fue la incursión por la banda que despertó al Hércules para poner algo de picante en el insípido partido que apareció tras el 2-0. El centro al corazón del área no encontró rematador, contrariamente a lo que sí sucedió un minuto después con un disparo seco de Fritzler desde dentro del área, que topó con una prodigiosa mano de Guaita para evitar el tanto herculano.
En esos compases finales, Drenthe siguió insistiendo, combativo y vertical, dispuesto para el disparo, que ensayó un par de veces con peligro. Sin embargo, la ocasión más clara la tuvo el Valencia, que a punto estuvo de firmar otro hiriente 3-0 tras un error de Juanra que el propio defensa solventó bajo los palos tras el postrero disparo de Soldado.
Puede entenderse la decisión de Vigo de dejar fuera a Trezeguet dada la sequía del francés lejos de Alicante, pero lo que quedó claro ayer es que no se puede prescindir de Drenthe. El holandés da otro aire al equipo. Con él en el campo, el Valencia encontró razones para apretar las filas y mantenerse concentrado. Antes de ello, el conjunto local manejó fácil, sin problemas. Y eso resulta especialmente preocupante teniendo en cuenta que sobre el campo no estaban ni Joaquìn ni Mata, dos futbolistas desequilibrantes cuya presencia hubiera sido letal dada la precariedad defensiva que tenía el Hércules para afontar este encuentro.
El panorama se oscurece. Con Esteban Vigo, el Hércules no sabe hacer daño fuera de su estadio. Así que no le queda otra que morderse el labio y salir bien armado en el Rico Pérez para volver a poner tierra sobre la zona de descenso.
Se está jugando con fuego, encadenando derrotas que han acabado por meter al equipo en el saco de cola. El tiempo apremia y, como se preveía, el partido ante el Zaragoza del próximo domingo ya se presenta como una final. Bien harían desde dentro para comenzar a despertar a la gente con el fin de trasladar a todos los estamentos la importancia del encuentro ante los maños.
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