Esteban Vigo, el entrenador que devolvió en junio al Hércules a Primera División después de 13 temporadas, ya es historia. El Consejo de Administración del equipo alicantino le destituyó ayer una hora y media después de que su equipo cayera goleado estrepitosamente contra Osasuna. El club entiende que no está capacitado para salvar una situación que ya se antoja muy complicada. Esteban deja al equipo como colista de la categoría y a cuatro puntos de la salvación, con nueve jornadas por delante.
La poca confianza que el Consejo tenía en Esteban se dilapidó ayer con el severo correctivo que infligió el cuadro de Mendilibar al Hércules. Se vio un Hércules apocado, sin alma y sin rumbo. Con unos jugadores que apenas sabían qué hacían sobre el campo ni por qué llevaban un pantalón corto negro y una zamarra a rayas blancas y azules. Eso también exasperó al público.
Enfrente, se vio a un Osasuna que hace muy poco estaba en la situación del Hércules. Sin embargo, Izco cambió de patrón con más margen de maniobra para el sustituto. Un sustituto, Mendilibar, que ya ha dado con la tecla. Osasuna aún no está salvado pero su trayectoria reciente le hace muy fuerte y se ve con argumentos para amarrar la permanencia en breve.
Osasuna aplastó al Hércules desde el inicio. El equipo blanquiazul salió al campo apagado, sin toque ni ideas y, lo que es peor, con una sensación de que le importaba poco lo que sucediera en el partido. Y eso, en esta época y conforme está la situación, es un síntoma de descenso claro. El que llegue para sustituir a Esteban tiene trabajo por delante, y mucho.
Todo lo contrario que los hombres de Osasuna que dejaron claro que ellos no van a manchar su currículum con un descenso. Otros como Drenthe, Valdez (aunque éste fue el único que se salvó de la quema) o Trezeguet tienen muchas posibilidades de hacerlo.
La victoria de Osasuna fue por aplastamiento. Mendilibar tuvo un partido plácido por gentileza del equipo local. Camuñas aprovechó la ya clásica caraja herculana para poner el 0-1 y Nelson puso tierra de por medio tras pasearse un balón por el área de Calatayud. Tras el descanso, el Hércules dio un arreoncito pero el tercero de Vadocz acabó de hundirle. Kike Sola puso la puntilla a Esteban con un taconazo.
21 de marzo de 2011
14 de marzo de 2011
Real Madrid 2-0 Hércules (2010/2011)
No está el Hércules para grandes gestas y menos en plazas de primer nivel, donde te afeitan al raso a poco que asomes la barbilla. Sin embargo, el barbilampiño enemigo que llegó al Bernabéu a verlas venir, medio acobardado ante la posibilidad de que le cayera la del pulpo, encontró una digna y airosa salida por la puerta de la Castellana al mantenerse en pie frente a un rival que, pese a todo, no necesitó emplearse a frenético ritmo para noquearle.
Tuviera o no la mente puesta en el partido ante el Lyon, el Madrid empleó los recursos justos para solventar la papeleta y aplazar el fatal desenlace que ya intuye Mourinho, cuyos excesos verbales esconden excusas.
Ayer, dos goles de Benzema, que apareció para dejar el sello y finiquitar la contienda en momentos puntuales, sirvieron para cerrar el compromiso frente a un Hércules que, al menos, mejoró ante un grande la triste imagen que venía de ofrecer frente a un pequeño.
Sobre todo en la primera parte, el equipo blanquiazul ofreció destellos para la esperanza. Con Tiago más entonado, Farinós omnipresente y con una buena dosis de ímpetu por la banda derecha, donde Juanra cuajó tomando el relevo de Cortés y Kiko mostró atrevimiento, el Hércules se parapetó frente al Madrid.
Tras unos minutos iniciales de amenaza continua, el cuadro alicantino se fue soltando y ganó en desparpajo hasta completar unos primeros cuarenta y cinco minutos más que dignos. Bien posicionado, con las ideas claras y con un punto de ambición que no mostraba lejos de su feudo desde tiempo inmemorial, opuso resistencia a un Real Madrid medio apático, que funcionó entre arreones, con el faro de Özil, la verticalidad de Di María y la lanza de Benzema, de nuevo a punto para matar.
Fuera por el hecho de estar en el Bernabéu, fuera porque en escenarios como ése la derrota no deja marca en la piel, el Hércules empleó posturas distintas a las acostumbradas fuera de Alicante.
Merece este equipo una buena sesión en el diván para ir sacando a flote todos esos miedos que le corroen por dentro en suelo extraño y que ayer afrontó de distinta forma.
El cuadro alicantino fue ganando terreno metro a metro. Buscó el ala derecha, donde Juanra y Kiko tocaron las costillas con acciones de mérito, al tiempo que Tiago y Farinós multiplicaron su presencia por el centro.
La primera acción de peligro herculana llegó con una jugada ensayada que finalizó con un remate de cabeza alto de Pamarot, incorporado al ataque tras un saque de esquina (m.17). El Madrid no tardó en entrar a matar. Özil abrió el ojo, vio pasillo por la derecha con la llegada Arbeloa, que se coló entre Pulhac y Thomert para tocar en horizontal con la finalidad de que Benzema sólo tuviera que empujar (1-0, m.24). Arrancó carne el Madrid al primer mordisco serio y Calatayud evitó más destrozo acto seguido con una buena intervención tras un remate de Adebayor.
El Hércules, sin embargo, no se amilanó. Contrariamente a lo que podía esperarse -he aquí un buen apunte para ser tomado en cuenta- levantó la cabeza ante la adversidad. Kiko apretó las clavijas a Casillas en una acción que el portero detuvo en dos tiempos y, poco después, el cancerbero internacional mostró sus mejores virtudes para evitar dos claras acciones de gol en apenas treinta segundos: Primero con un volea de Thomert que buscaba la red tras centro de Juanra, y, acto seguido, al colocar una prodigiosa mano en un remate cercano de Kiko por la derecha tras ganar la posición a Marcelo. Ahí pudo poner el Hércules una piedra en el camino madridista, con el de Sanet lanzado, sin complejos, entre taconazos y con la mirada al frente.
Con Portillo arriba, peleando sin desmayo todos los balones que llegaban por la zona, el Hércules mostró maneras olvidadas. Faltó firmeza para apuntillar, pero el Madrid no caminaba cómodo, ni firme, ni con el convencimiento que se le podía exigir en una batalla tan desigual.
Nada más comenzar el segundo acto llegó un serio aviso blanco. Un balón en largo servido por Di María encontró la bota de Adebayor apuntando hacia puerta hasta estrellar el cuero en el larguero.
Con la intención de no prolongar la incertidumbre, volvió a aparecer Benzema. Un lanzamiento en largo que no evitó la señal de stop que propuso Abraham Paz fue convertido por el francés en oro puro. El delantero madridista, tras controlar el esférico, trazó el sendero para mirar de frente a Calatayud, al que batió con un disparo ajustado y con cierta comba (2-0, m.57).
Tras sobrepasar con el cronómetro en mano los mil minutos sin marcar fuera de su casa, Vigo optó por quitar a Portillo -vaya usted a saber porqué- y el Hércules perdió presencia en la parte alta. El Madrid caminó más a gusto, sin sobresaltos, a la espera de un final que ya no necesitaba de más esfuerzo.
Roto por el trabajo realizado durante los minutos anteriores, al Hércules solo le quedaba mantener la derrota digna, evitar ese tercer gol que tampoco hubiera hecho justicia a lo que se vio.
Fue mejor el Real Madrid, seguro, pero del Santiago Bernabéu no salió nadie arrasado. Esa es la lección que debe memorizar el cuadro herculano, ya penúltimo en la tabla de clasificación, para afrontar la recta final. Ese es el camino para comenzar a levantar la cabeza.
Tuviera o no la mente puesta en el partido ante el Lyon, el Madrid empleó los recursos justos para solventar la papeleta y aplazar el fatal desenlace que ya intuye Mourinho, cuyos excesos verbales esconden excusas.
Ayer, dos goles de Benzema, que apareció para dejar el sello y finiquitar la contienda en momentos puntuales, sirvieron para cerrar el compromiso frente a un Hércules que, al menos, mejoró ante un grande la triste imagen que venía de ofrecer frente a un pequeño.
Sobre todo en la primera parte, el equipo blanquiazul ofreció destellos para la esperanza. Con Tiago más entonado, Farinós omnipresente y con una buena dosis de ímpetu por la banda derecha, donde Juanra cuajó tomando el relevo de Cortés y Kiko mostró atrevimiento, el Hércules se parapetó frente al Madrid.
Tras unos minutos iniciales de amenaza continua, el cuadro alicantino se fue soltando y ganó en desparpajo hasta completar unos primeros cuarenta y cinco minutos más que dignos. Bien posicionado, con las ideas claras y con un punto de ambición que no mostraba lejos de su feudo desde tiempo inmemorial, opuso resistencia a un Real Madrid medio apático, que funcionó entre arreones, con el faro de Özil, la verticalidad de Di María y la lanza de Benzema, de nuevo a punto para matar.
Fuera por el hecho de estar en el Bernabéu, fuera porque en escenarios como ése la derrota no deja marca en la piel, el Hércules empleó posturas distintas a las acostumbradas fuera de Alicante.
Merece este equipo una buena sesión en el diván para ir sacando a flote todos esos miedos que le corroen por dentro en suelo extraño y que ayer afrontó de distinta forma.
El cuadro alicantino fue ganando terreno metro a metro. Buscó el ala derecha, donde Juanra y Kiko tocaron las costillas con acciones de mérito, al tiempo que Tiago y Farinós multiplicaron su presencia por el centro.
La primera acción de peligro herculana llegó con una jugada ensayada que finalizó con un remate de cabeza alto de Pamarot, incorporado al ataque tras un saque de esquina (m.17). El Madrid no tardó en entrar a matar. Özil abrió el ojo, vio pasillo por la derecha con la llegada Arbeloa, que se coló entre Pulhac y Thomert para tocar en horizontal con la finalidad de que Benzema sólo tuviera que empujar (1-0, m.24). Arrancó carne el Madrid al primer mordisco serio y Calatayud evitó más destrozo acto seguido con una buena intervención tras un remate de Adebayor.
El Hércules, sin embargo, no se amilanó. Contrariamente a lo que podía esperarse -he aquí un buen apunte para ser tomado en cuenta- levantó la cabeza ante la adversidad. Kiko apretó las clavijas a Casillas en una acción que el portero detuvo en dos tiempos y, poco después, el cancerbero internacional mostró sus mejores virtudes para evitar dos claras acciones de gol en apenas treinta segundos: Primero con un volea de Thomert que buscaba la red tras centro de Juanra, y, acto seguido, al colocar una prodigiosa mano en un remate cercano de Kiko por la derecha tras ganar la posición a Marcelo. Ahí pudo poner el Hércules una piedra en el camino madridista, con el de Sanet lanzado, sin complejos, entre taconazos y con la mirada al frente.
Con Portillo arriba, peleando sin desmayo todos los balones que llegaban por la zona, el Hércules mostró maneras olvidadas. Faltó firmeza para apuntillar, pero el Madrid no caminaba cómodo, ni firme, ni con el convencimiento que se le podía exigir en una batalla tan desigual.
Nada más comenzar el segundo acto llegó un serio aviso blanco. Un balón en largo servido por Di María encontró la bota de Adebayor apuntando hacia puerta hasta estrellar el cuero en el larguero.
Con la intención de no prolongar la incertidumbre, volvió a aparecer Benzema. Un lanzamiento en largo que no evitó la señal de stop que propuso Abraham Paz fue convertido por el francés en oro puro. El delantero madridista, tras controlar el esférico, trazó el sendero para mirar de frente a Calatayud, al que batió con un disparo ajustado y con cierta comba (2-0, m.57).
Tras sobrepasar con el cronómetro en mano los mil minutos sin marcar fuera de su casa, Vigo optó por quitar a Portillo -vaya usted a saber porqué- y el Hércules perdió presencia en la parte alta. El Madrid caminó más a gusto, sin sobresaltos, a la espera de un final que ya no necesitaba de más esfuerzo.
Roto por el trabajo realizado durante los minutos anteriores, al Hércules solo le quedaba mantener la derrota digna, evitar ese tercer gol que tampoco hubiera hecho justicia a lo que se vio.
Fue mejor el Real Madrid, seguro, pero del Santiago Bernabéu no salió nadie arrasado. Esa es la lección que debe memorizar el cuadro herculano, ya penúltimo en la tabla de clasificación, para afrontar la recta final. Ese es el camino para comenzar a levantar la cabeza.
7 de marzo de 2011
Hércules 1-2 Almería (2010/2011)
El Hércules va a sufrir de aquí a final de temporada. Eso es seguro. Se salvará o no, pero lo de mantenerse en Primera sin apuros se tendrá que dejar para otra temporada. Y lo peor no fue que ayer dejó escapar una victoria que habría hundido al Almería y le habría permitido respirar antes del partido del Bernabéu. Lo realmente preocupante es que el equipo se descompone. Ocupa plaza de descenso por primera vez en todo el año y los rivales siguen ganando. Mientras muchos van hacia arriba, el equipo blanquiazul va en caída libre. La moral del equipo y la afición queda muy tocada para las próximas finales. Y además, lo peor de todo, es que Tote, uno de los pocos que genera fútbol en el Hércules, probablemente haya dicho adiós a la temporada. Ojalá que no. Lo único a lo que agarrarse son los regresos de Valdez y Drenthe, que deben mejorar el equipo sí o sí.
Y no es que ayer el Hércules realizara el peor partido de la temporada en el Rico Pérez. Con sus armas, el equipo de Esteban fue acorralando al Almería y pudo adelantarse en la primera mitad en un par de acciones de Aguilar y Tote. Nada más comenzar la segunda mitad, el balón parado funcionó y del agobio se pasó a la esperanza. Trezeguet tuvo la suya para sentenciar pero la mandó a las nubes. Y ahí se lesionó Tote, se hizo el silencio en el Rico Pérez y el Hércules se cortocircuitó. Feghouli y M'bami le dieron la vuelta a la tortilla y el estadio explotó pidiendo incluso la cabeza de Esteban Vigo.
La situación es muy delicada para el Hércules. Hay tiempo para remontar el vuelo y calidad de sobra para sacar esto adelante. Pero hay que cambiar la dinámica negativa que puede hundir al equipo en la clasificación. No es el Bernabéu la mejor plaza para llevar esto a cabo. Pero alguien debe hacer una reflexión profunda de lo que está pasando. Y más urgente aún, alguien debe avisar a la plantilla de que quedan 11 partidos para arreglar una situación que puede cambiar la historia de este club.
Desenlace. Todo acabó fatal para el Hércules pero, de entrada, tomó el mando, sabedor de que le iba la vida en este partido. A base de las asociaciones de Aguilar, Cristian y Tote y las cabalgadas con más eficacia que elegancia de Thomert, el Hércules fue acorralando al Almería. El propio francés tuvo la primera ocasión, tras una serie de rebotes, que acabó con un cabezazo suyo fuera. A continuación, Tote dejó solo a Aguilar en el área pequeña, pero el colombiano remató fuera de cabeza, cuando le daba tiempo a pararla y remachar a Alves. El Hércules pidió además un penalti a Tote pero la oportunidad más clara del primer acto fue para Vargas que no aprovechó un jugadón de Luna por la banda izquierda. Calatayud detuvo bien.
Tras el descanso, al Hércules se le puso todo de cara con el gol de Abraham Paz que remató a la red, de cabeza, un gran servicio de falta de Farinós. Aguilar la tuvo tres minutos después pero no acertó con el gol tras un buen centro de Pulhac desde la izquierda. Pero la clave estuvo en el minuto 64. Tote se inventó un pase genial por encima de la defensa que dejó solo a Trezeguet ante Alves. El francés remató de zurda, de primeras. Pero el balón se fue por encima del larguero del guardameta brasileño del Almería.
Merodeaba el gol de la tranquilidad para el Hércules. Sobre todo, porque Tote parecía dispuesto a inventar algo que sentenciara al Almería. Pero en ese preciso instante, un mal apoyo y lesión de rodilla que dejó helado al Rico Pérez. Crusat aprovechó la inferioridad para ganarle la partida a Cortés, por velocidad, llegar a la línea de fondo y dar el pase de la muerte. Ulloa, primer destinatario, le dio al aire y el balón quedó franco a los pies de Feghouli, que no perdonó. En plena caraja blanquiazul, Goitom le volvió a robar la cartera a Cortés. Jugada calcada, aunque con algo más de dificultad. Goitom centró y M'bami voleó con el interior a la red de Calatayud. El Hércules ya no se levantó del golpe. Incluso el Almería pudo aumentar la renta por medio de Feghouli, de nuevo, y con otra ocasión de Goitom.
Y no es que ayer el Hércules realizara el peor partido de la temporada en el Rico Pérez. Con sus armas, el equipo de Esteban fue acorralando al Almería y pudo adelantarse en la primera mitad en un par de acciones de Aguilar y Tote. Nada más comenzar la segunda mitad, el balón parado funcionó y del agobio se pasó a la esperanza. Trezeguet tuvo la suya para sentenciar pero la mandó a las nubes. Y ahí se lesionó Tote, se hizo el silencio en el Rico Pérez y el Hércules se cortocircuitó. Feghouli y M'bami le dieron la vuelta a la tortilla y el estadio explotó pidiendo incluso la cabeza de Esteban Vigo.
La situación es muy delicada para el Hércules. Hay tiempo para remontar el vuelo y calidad de sobra para sacar esto adelante. Pero hay que cambiar la dinámica negativa que puede hundir al equipo en la clasificación. No es el Bernabéu la mejor plaza para llevar esto a cabo. Pero alguien debe hacer una reflexión profunda de lo que está pasando. Y más urgente aún, alguien debe avisar a la plantilla de que quedan 11 partidos para arreglar una situación que puede cambiar la historia de este club.
Desenlace. Todo acabó fatal para el Hércules pero, de entrada, tomó el mando, sabedor de que le iba la vida en este partido. A base de las asociaciones de Aguilar, Cristian y Tote y las cabalgadas con más eficacia que elegancia de Thomert, el Hércules fue acorralando al Almería. El propio francés tuvo la primera ocasión, tras una serie de rebotes, que acabó con un cabezazo suyo fuera. A continuación, Tote dejó solo a Aguilar en el área pequeña, pero el colombiano remató fuera de cabeza, cuando le daba tiempo a pararla y remachar a Alves. El Hércules pidió además un penalti a Tote pero la oportunidad más clara del primer acto fue para Vargas que no aprovechó un jugadón de Luna por la banda izquierda. Calatayud detuvo bien.
Tras el descanso, al Hércules se le puso todo de cara con el gol de Abraham Paz que remató a la red, de cabeza, un gran servicio de falta de Farinós. Aguilar la tuvo tres minutos después pero no acertó con el gol tras un buen centro de Pulhac desde la izquierda. Pero la clave estuvo en el minuto 64. Tote se inventó un pase genial por encima de la defensa que dejó solo a Trezeguet ante Alves. El francés remató de zurda, de primeras. Pero el balón se fue por encima del larguero del guardameta brasileño del Almería.
Merodeaba el gol de la tranquilidad para el Hércules. Sobre todo, porque Tote parecía dispuesto a inventar algo que sentenciara al Almería. Pero en ese preciso instante, un mal apoyo y lesión de rodilla que dejó helado al Rico Pérez. Crusat aprovechó la inferioridad para ganarle la partida a Cortés, por velocidad, llegar a la línea de fondo y dar el pase de la muerte. Ulloa, primer destinatario, le dio al aire y el balón quedó franco a los pies de Feghouli, que no perdonó. En plena caraja blanquiazul, Goitom le volvió a robar la cartera a Cortés. Jugada calcada, aunque con algo más de dificultad. Goitom centró y M'bami voleó con el interior a la red de Calatayud. El Hércules ya no se levantó del golpe. Incluso el Almería pudo aumentar la renta por medio de Feghouli, de nuevo, y con otra ocasión de Goitom.
3 de marzo de 2011
Villarreal 1-0 Hércules (2010/2011)
El Villarreal superó falsamente su mala racha de resultados -cuatro partidos sin ganar- y gracias a un rival de un nivel preocupante, el Hércules (1-0), que le permitió ir creciendo durante el partido, fallar goles a bocajarro y finalmente, hundirse físicamente, sin que el rival reaccionara.
El partido comenzó con un ritmo soso, lento, propio de dos equipos sumidos en momentos de bajón. El Villarreal dominaba el balón pero su cadencia de juego adivinaba aún el letargo por el que ha vivido en las últimas jornadas.
Ante la escasa oposición del Hércules -sólo Pamarot y Calatayud merecieron ser destacados-, el Villarreal se fue creciendo y encontró un hueco para Rossi en el minuto 26, a pase de Cani tras regalo de Abraham Paz. El italiano, en posición dudosa -muy difícil de discernir para Paradas Romero e imposible en la pobre realización televisiva- se plantó sólo, con tiempo de pensar ante Calatayud para definir plácidamente por bajo.
El Villarreal fue aumentando su juego, ante las facilidades, con Cazorla disparando desde todas las posiciones. Nilmar, aún desconocido, también tuvos las suyas, como Rossi.
El primer disparo del Hércules a los tres palos fue en el minuto 65. Ilusión óptica que duró cinco minutos, en los que Trezeguet erró dos remates claros. Ahí se quedó todo el bagaje ofensivo de un equipo que acumula seis derrotas consecutivas fuera del Rico Pérez y 953 minutos sin marcar a domicilio.
De equipo revelación a luchar por el descenso, el Hércules camina por una trayectoria preocupante.
El Villarreal se hundió físicamente en el tramo final -volvían Bruno, Capdevilla, Gonzalo Cazorla y Nilmar-, pero aún así disfrutó de ocasiones y acabó el partido con ocasiones claras que tampoco materializó.
Los de Garrido recuperan la victoria antes de jugar en el Vicente Calderón y viajar a Leverkusen. Las sensaciones y el juego, quedan en duda, dada la entidad del rival hoy. El Hércules, en cambio, buscará la reacción ante un rival de su Liga, no la de los equipos revelaciones, sino de los que luchan por evitar la Segunda (Almería).
El partido comenzó con un ritmo soso, lento, propio de dos equipos sumidos en momentos de bajón. El Villarreal dominaba el balón pero su cadencia de juego adivinaba aún el letargo por el que ha vivido en las últimas jornadas.
Ante la escasa oposición del Hércules -sólo Pamarot y Calatayud merecieron ser destacados-, el Villarreal se fue creciendo y encontró un hueco para Rossi en el minuto 26, a pase de Cani tras regalo de Abraham Paz. El italiano, en posición dudosa -muy difícil de discernir para Paradas Romero e imposible en la pobre realización televisiva- se plantó sólo, con tiempo de pensar ante Calatayud para definir plácidamente por bajo.
El Villarreal fue aumentando su juego, ante las facilidades, con Cazorla disparando desde todas las posiciones. Nilmar, aún desconocido, también tuvos las suyas, como Rossi.
El primer disparo del Hércules a los tres palos fue en el minuto 65. Ilusión óptica que duró cinco minutos, en los que Trezeguet erró dos remates claros. Ahí se quedó todo el bagaje ofensivo de un equipo que acumula seis derrotas consecutivas fuera del Rico Pérez y 953 minutos sin marcar a domicilio.
De equipo revelación a luchar por el descenso, el Hércules camina por una trayectoria preocupante.
El Villarreal se hundió físicamente en el tramo final -volvían Bruno, Capdevilla, Gonzalo Cazorla y Nilmar-, pero aún así disfrutó de ocasiones y acabó el partido con ocasiones claras que tampoco materializó.
Los de Garrido recuperan la victoria antes de jugar en el Vicente Calderón y viajar a Leverkusen. Las sensaciones y el juego, quedan en duda, dada la entidad del rival hoy. El Hércules, en cambio, buscará la reacción ante un rival de su Liga, no la de los equipos revelaciones, sino de los que luchan por evitar la Segunda (Almería).
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